La Ciencia del Fútbol # 1

Pensamos que algo es bueno porque es conocido, o que no es tan bueno porque no es conocido. Pero desde un punto de vista lógico no hay ninguna relación entre la popularidad y la destreza para realizar algo. Pero parece que estamos programados para ello. Hay una asunción de que si a otros humanos le interesa, a nosotros también nos interesará, y si les interesa, hay alguna virtud asociada. Pero nuevamente, no hay una relación lógica (de hecho las compañías se aprovechan de ello y pueden pagar por la popularidad de un producto o servicio). El imitar las decisiones de las masas de llama aprendizaje social, lo cual no es una propiedad únicamente humana, y en principio evita tomar decisiones riesgosas (está principalmente relacionado a la supervivencia, comida, forma de vivir, etc.). Y el guiar nuestra atención o selección de productos o servicios por su popularidad, se denomina sesgo de popularidad. La diferencia entre aprendizaje social y sesgo de popularidad son dos: uno, el aprendizaje social se relaciona más que nada con la supervivencia y también con el resultado de las experiencias de otros (aunque a veces los resultados dependen de las decisiones de la sociedad misma, no es lo mismo sentirse mal por comer algo, a que la sociedad decida excluir a alguien de ella por algún comportamiento en contra de lo que se supone correcto), mientras que el sesgo de popularidad no se relaciona con los resultados de las experiencias de otros, sino meramente con la popularidad, y no suele estar relacionada a la supervivencia. La introducción de este artículo explica muy bien estos dos conceptos.

Pensé esto muy frecuentemente en la definición de la UEFA Champions League del año 2020. Se dieron varias sorpresas en los cuartos de final, al menos para la prensa. El club alemán Liepzig eliminó al Atlético de Madrid del Cholo Simeone. Todos los análisis se centraban en qué había hecho mal el Atlético de Madrid, y nada se habló de las virtudes del equipo alemán, de su gran movilidad, precisión en los pases, y la constante intensidad en la marca. 

El Bayern Munich derrotó al Barcelona, ¡por un apabullante 8 a 2! Por supuesto los análisis de centraron en el fracaso del equipo de Messi, en la aparente falta de frescura de un equipo cuyos máximos estandartes superan los 30 años; pero no se habló del arrollador juego del Bayer, realmente avanzó como una locomotora y nunca dejó que el Barsa esté cómodo, y por último tuvo la motivación suficiente para querer 

hacer 8 goles. 

Por último, el Lyon dejó fuera al Manchester City (¡luego de haber eliminado a la Juventus en octavos de final!), y nuevamente los periodistas se concentraron en un posible mal planteo del DT Guardiola o en los desaciertos de sus jugadores. Nuevamente, poco se comentó de los méritos del Lyon.

Los argentinos nos interesamos por lo que hacen otros argentinos, el Cholo en el Aleti, Messi en el Barsa, y Agüero en el City. Debemos entender que en un partido hay dos equipos. Por supuesto que los periodistas tienen que hablar de lo que más saben, y si no saben nada de los equipos que dieron el batacazo, mejor será que no hablen de ellos y hablar de los equipos que conocen que son los que perdieron. Creo mi punto es que los periodistas no siempre tienen toda la información, y al mismo tiempo son formadores de opinión. Por ende, debemos ser muy críticos con lo que escuchamos. 

El funcionamiento del Liepzig frente al Atlético fue muy diferente que ante el PSG. Frente al Atlético tuvo tenencia de balón (58 %) e iniciativa de ataque (tuvo más remates que su rival), pero frente al PSG la tenencia bajó a 42 % y tuvo tres veces menos remates que el rival. Lo que esto significa es que hay dos equipos en un partido, que el juego de uno no es solo consecuencia de lo que yo propongo sino también de lo que propone el otro. 

Distinta fue la suerte del Bayern Munich, que tanto ante el Barsa como ante el Lyon siempre se dedicó a poner mucha gente en ataque y jugar con la defensa adelantada. Vaya si le funcionó, hizo un total de 11 goles en los dos partidos. La virtud del Bayern es su alta resistencia a ser condicionado por el juego del otro equipo, pero esto no significa que el otro equipo no exista.

Mi pedido a los periodistas deportivos es que consideren que hay dos equipos que juegan, no podemos ser tan egocéntricos de pensar que sólamente jugó el equipo del cual somos hinchas o del cual conocemos sus jugadores. 

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