Tip de Seguridad # 5 - La Pieza Faltante
Hoy compré una pieza que era la única que me faltaba en la caja de mechas de un taladro inalámbrico. Comprar esa pieza era una tarea que tenía escrita en una nota pegada en la pared, bajo la categoría “Casa”. No se qué era lo que más me molestaba de no tener esa pieza, que el juego no estaba completo, o necesitarla más adelante y no tenerla (¡otra vez!). En 3 años de tener esa caja la necesité 2 o 3 veces. Llego a la conclusión que “siempre hay que tener todas las herramientas adecuadas para operar y así evitar usar herramientas inadecuadas, valga la redundancia, y evitar, consecuentemente, operar de manera insegura”. Me gusta la resolución, pero al mismo tiempo quiero dejar de usar tanto la palabra “seguridad”. Porque la verdad es que es un estándar. Que algo sea más o menos seguro depende de un estándar, que cambia con los tiempo y cómo evoluciona la noción de lo que es seguro. Lo que ayer era muy seguro, hoy será inseguro, y lo que hoy es muy seguro, en unos años será poco seguro. Por ende, creo que debemos dejar de decir que uno elige algo porque es “más seguro” o “menos seguro”, sino que debemos enunciar la razón específica y detallada, de manera de tomar una decisión más consciente.
Compré la herramienta que me faltaba para tener todas las herramientas adecuadas a mi disposición, y llegado el caso poder hacer un trabajo de la forma más cómoda y eficiente, y evitar lastimarme por intentar suplir una herramienta faltante con otra menos cómoda o adecuada, que me puede llevar a usar posiciones o posturas perjudiciales para mi cuerpo, especialmente cuando hago uso de la fuerza. Obi-Wan Kenobi me entendería. Habiendo enunciado la razón completa, ahora estoy aún más convencido comprarla. Pero el ejercicio podría haber resultado en que quizás no la necesitaba, o que debía cambiar todo mi juego de herramientas. El cerebro es por naturaleza perezoso y le es más fácil evaluar la situación a la que me enfrento comparándola con situaciones pasadas o con algún procedimiento, y así tomar una decisión sin demasiado esfuerzo. Como no siempre tenemos el tiempo, la energía o la mera ocurrencia de detenernos a pensar las razones, es bueno que existan los procedimientos. Sin embargo, cuando podamos, animémonos a enunciar en detalle nuestras razones, nos podemos llegar a sorprender y hasta mejorar el procedimiento.
Como he mencionado en tips anteriores[1], recordemos que los procedimientos fueron creado por alguien que los pensó, y que son el cúmulo de conocimiento sobre una tarea en particular, y que puede no considerar todas las situaciones existentes en el universo, el cual cambia constantemente. Haciendo una analogía con lo que me comentó un amigo abogado, que la ley se tiene que adaptar a las personas y no al revés, el principal objetivo es resolver un problema y no aferrarse a lo que está escrito en un procedimiento (amén de que es necesario conocerlo para estar interiorizado en cómo se ha resuelto en otras ocasiones). Muchas veces se tiene miedo de cuestionarlos, pero es necesario para garantizar la mejora continua. Al final y al cabo, la mayoría de las organizaciones tienen un procedimiento que pide revisar anualmente, o en alguna frecuencia similar, los procedimientos. Recordemos que el ciclo de Deming es... un ciclo; continuo. Un estudio de actualización de documentos dice una frase que me encanta: “un sistema de gestión de Calidad involucra tanto la evaluación periódica y sistemática del principio de conocimiento y el principio de racionalidad de la realización de las cosas”. Así que si alguien te dice que el procedimiento no se debe cuestionar, ¡recordale que hay un procedimiento para cuestionar procedimientos! (Bueno, en realidad dice “revisar”, pero estoy torciendo la semántica a mi favor). Y lo anterior dicho califica como una razón específica para seguir este procedimiento.
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