Tipo de Seguridad # 1 - Usos y Costumbres

Fuimos a un asado donde nos pidieron llevar nuestros propios elementos para comer. En un bolso guardé platos, cubiertos y vasos; y en la mochila guardé las copas (para tomar vino), para que no estén en el mismo espacio que los otros elementos duros (platos, cubiertos y vasos) y no se choquen y rompan. A la vuelta del asado, nos paró la policía y le pedí a Belén que me busque la billetera en la mochila que estaba en el asiento de atrás. Cuando volvió a guardar la billetera, tiró el bolso para atrás y se escucharon vidrios rotos. Belén había visto las copas, pero estaba tan poco acostumbrada a que hubiera algo frágil en la mochila que actuó por instinto y la tiró sin delicadeza. A primera vista uno podría decir que fue un accidente fruto de una distracción, pero la realidad es que el accidente por distracción era evitable. El bolso donde guardé el resto de los elementos era el bolso usual para tal fin. Mi error fue cambiar el uso normal de las cosas, cuando la consecuencia de que alguien actúe con la costumbre antigua fuera el daño de un equipo. 

¿Qué podemos aprender de este evento?

El ser humano tiende a actuar “en automático”, es decir, por costumbre, y debemos considerar las consecuencias de que actúe de esta manera, y mitigar sus riesgos. En mi caso podría haber mitigado el riesgo de dos formas posibles:


  1. Eliminando la posibilidad de daño al no llevar copas y conformarnos con tomar vino en vaso. 
  1. Mejorando la protección de las copas dentro de la mochila o del bolso. En este caso, la brusquedad para romper las copas debería ser mayor, por lo que la probabilidad de daño se reduce. 


Resumiendo, podemos llevar la posibilidad de daño a cero (opción 1 —eliminar condición insegura), o reducirlas lo máximo posible (opción 2 —mejorar las protecciones). Cuando sea posible, siempre debemos tomar la opción 1. 

Tengo un recuerdo muy lejano que lo traigo a colación pues me sirve perfecto para ilustrar cuando los cambios en nuestro entorno interfieren negativamente con nuestras costumbres. Cuando era niño estaba viendo un programa en el que una familia tenía un restaurante y la hija decide cambiar de lugar las mesas y sillas. La madre la desafió a que el primer mozo que entrara al restaurante se iba a chocar contra una silla que estaba muy cerca a una zona común de paso, y ganó la apuesta. Hay una razón por la que en las zonas de paso o circulación de una fábrica u oficina hay una altura mínima de elementos transversales, como caños que cruzan un pasillo; cuando caminamos por un camino no esperamos que haya elementos que nos podamos chocar y por esta razón los caños a la altura de la cabeza presentan un riesgo y deben evitarse. El Código de Edificación de Buenos Aires (Edición 2019), por ejemplo, establece que en los espacios de circulación “como mínimo el volumen libre de riesgos debe tener una altura uniforme de 2,00 m un ancho de 0,90 m por el largo del recorrido.”. Si por el contrario, entramos a un espacio apretado y caminamos agachados, asumiremos que hay elementos que se nos pueden atravesar en el camino e iremos con más cautela. 

El ser humano es tan costumbrista que se acostumbra a la altura de los escalones en los segundos que tarda en subir las escaleras, y se tropieza si el último escalón tiene una altura levemente superior al resto. Por ello, el Código de Edificación de Buenos Aires establece que “No se admiten escaleras principales [...] que [...] presenten pedadas de anchos variables y alzadas de distintas alturas.”, y “Las dimensiones de los escalones [...] deben ser iguales entre sí”. La pedada es la profundidad del escalón. 

Quiero que quede claro que el mensaje de este tip no es desalentar cambios en un equipo o procedimiento, pues muchas veces son necesarios ya sea porque generan una mejora en un proceso o simplemente para cumplir con la actualización de una legislación; sino que se debe considerar el riesgo que un cambio genera al interferir con las costumbres establecidas y como mitigar el mismo. En este sentido, la comunicación (siempre, ¡la comunicación!) cobra una importancia fundamental. Yo, por ejemplo, podría haberle dicho más enfáticamente a Belén que tengas más cuidado. O quizás a Belén se le hubiera ocurrido una mejorar idea que la mía. Consultar a las personas involucradas con la operación del equipo o procedimiento es esencial; son las que más lo conocen y la fuente de muchas soluciones. 

Otra forma de verlo es que las protecciones tienen que ser APB, es decir, A Prueba de Bobos. Todos podemos serlo al actuar de forma automática, distraída, equivocadamente, primeriza, novata, etc; y la protecciones tienen que considerar este tipo de acciones. Si el lector se pregunta si le estoy diciendo bobo, la respuesta es que si, ¡le estoy diciendo bobo! ¡Es por su seguridad!

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